Los finales algunas veces son dolorosos y difíciles, pero como dice el dicho, siempre que se cierra una ventana se abre una puerta. Cada año al concluir todas las Perashiot (porciones semanales de la Torá) festejamos Simja Torá, al terminarlas inmediatamente comenzamos otra vez, representando que la vida es movimiento y que siempre debemos de seguir adelante.
“La Torá es un árbol de vida para quienes se aferran a ella” (Proverbios 3:18). Gracias a la Torá entendemos que pertenecemos a algo enorme, a una misión de generaciones. Es aquí en donde encontramos como debemos comportarnos en diferentes circunstancias y cada una de sus Mitzvot es una oportunidad para mejorar nuestra relación con el prójimo, con nosotros mismos y con nuestro creador, para así poder llegar a nuestro máximo potencial como individuos.
Por medio de todas las historias y personajes que vamos leyendo a lo largo del año en la Torá podemos aprender cualidades y defectos para convertirnos en mejores personas y aplicarlo a nuestra vida diaria. El problema es, que las vivimos como historias de Disney, completamente ajenas a esta época y a nuestras circunstancias.
Estoy segura que si nos enfocamos en entender que Hashem nos da esta hermosa herramienta, la Torá, para que podamos estudiarla y sacar de ella toda la información que necesitamos para vivir este viaje llamado vida de manera exitosa, llegaremos a amarla y realmente festejar el gran regalo que es tener un manual para la vida.