Antes que nada agradezco a mi familia, a mi Colegio y a mi Comunidad, el estar hoy aquí, y compartirles en estas líneas lo que nos significa graduarnos de Bachillerato… creo que todos hemos escuchado que las despedidas son difíciles, pero realmente no entendemos que tan difícil es una despedida hasta que te toca hacerla. Ahora nos toca a nosotros y créanme, no es nada fácil despedirte del colegio que nos vio crecer, que nos dio, abrigo, enseñanzas, valores, amigos… peleas, risas y alegrías por más de 15 años.
Como estudiantes siempre competimos para saber qué escuela es mejor, pero la verdad es que no podemos comparar a las escuelas, cada una de ellas es única y La Monte, nuestro querido Colegio Monte Sinaí, es más único todavía porque gracias a él, logramos llegar al gran día de la graduación, con un birrete y una toga que simbolizan nuestra salida al mundo real.
Hoy solo nos queda volver el rostro atrás y dar las gracias a todos ustedes por cada momento, a cada persona de este colegio por cada una de sus enseñanzas que nos demostraron lo que es la vida, y que si cometemos errores tenemos que afrontar las consecuencias. Gracias por cada llamada de atención, porque eso nos enseñó a seguir reglas y a saber que las hay en todos lados para dar un equilibrio al mundo.
Gracias a esta, nuestra segunda casa, en ella se quedan grabadas nuestras risas, nuestros nombres, se quedan historias que serán contadas de generación en generación, por qué así como algún día nuestros padres estuvieron sentados aquí aprendiendo, el día de mañana estarán nuestros hijos y amarán este espacio como lo hemos hecho nosotros.
Gracias porque de aquí salen futuros médicos, arquitectos, ingenieros, diseñadores, psicólogos, contadores etc., pero sobre todo, salimos un grupo de jóvenes felices a implementar lo que aquí aprendimos. Ya solo me queda decir “Gracias Monte”.