El 11 de agosto del 2017, el hombre más viejo del mundo falleció, justo un mes antes de cumplir 114 años, desde que se tiene registro fue una de las diez personas más longevas en habitar este planeta. Si no tuviéramos mayores datos sobre su vida, pensaríamos que la transitó de forma tranquila, pacífica y distante de situaciones peligrosas.
La realidad está muy alejada de este pensamiento, nuestro hombre en cuestión, Ysrael Kristal, fue un sobreviviente del Holocausto, nacido en Polonia en 1904, sobrevivió cuatro años en el gueto Lodz y posteriormente fue enviado a Auschwitz, donde sus dos hijos y su esposa fueron asesinados. Cuando se liberó Auschwitz era un esqueleto viviente de solo 37 kilos de peso y el único sobreviviente de su familia. Al término de la guerra, con todo su mundo destruido, se volvió a casar con otra mujer sobreviviente del Holocausto, se mudó a Israel y estableció su residencia en Haifa, donde retomó su oficio elaborando y comercializando chocolates, construyendo una empresa exitosa, deseaba que la gente probará la dulzura.
En 2016 a la edad de 113, finalmente pudo celebrar su bar mitzvah, cien años después, porque en su momento le fue imposible, ya que su madre había muerto y su padre combatía en la Primera Guerra Mundial. Ese día lo acompañaban sus hijos, nietos y bisnietos. Emocionado comento: “Aquí estoy y vean a cuantas personas pude dar vida, imaginen lo que hubieran logrado seis millones de judíos y el mundo que hubieran construido”.
Reflexionando sobre la vida de Ysrael me pregunto, cómo pudo sobrevivir viviendo lo que vivió y viendo lo que vio, y pienso que enfocándose con gran intensidad en el futuro. Por supuesto que fue una víctima y merece toda nuestra simpatía, empatía, cuidado y compasión, pero como él mismo lo expresaba: “Existe una gran diferencia entre ser una víctima y definirse a sí mismo como tal”. La primera se trata de qué viviste tú y la segunda de cómo defines quién y qué eres.
Cómo puede ser posible que uno sea una víctima y no verse a sí mismo como tal, sin ser culpable de un olvido deliberado o un pensamiento fuera de la realidad. La respuesta es lo que nos hace Homo Sapiens, en cualquier situación podemos voltear al pasado o mirar el futuro, para en la historia buscar las causas y en el mañana la motivación para seguir adelante. Sé que no se puede cambiar el pasado, pero si es posible construir y determinar el futuro. Si solo miro el pasado me convierto en un objeto sin control de mis fortalezas, inmóvil. Viendo hacia delante soy un sujeto en movimiento, un factor de cambio un ser útil.
Después de un año de pandemia llegó el momento de enfocarnos en construir un futuro que esté determinado por nuestras acciones, claro sin perder de vista los aprendizajes derivados de la misma, pero con los cinco sentidos bien puestos en la construcción de un camino que nos permita alcanzar nuestras metas como individuos, pero siempre pensando en el bienestar de nuestra Comunidad.