Una parte del imaginario colectivo considera a las mujeres y hombres que dirigen como personas implacables, de gran fortaleza, de decisiones acertadas y capacidades excepcionales. Se ha creado una cultura popular donde la imagen de los directivos es asociada al poder y la autosuficiencia, entonces, la pregunta es: ¿La vulnerabilidad tiene algo que aportar a la dirección?
Responder requiere de una reflexión centrada en lo propiamente humano y, por tanto, una reflexión sobre cada uno de nosotros que nos permita identificar las aportaciones de la vulnerabilidad al quehacer directivo.
La vulnerabilidad humana se presenta de forma paradójica, puesto que nuestra fragilidad no solamente muestra nuestros límites sino también nuestras posibilidades. Así que el que hacer directivo se debe de enriquecer no solamente de los conocimientos técnicos o la experiencia sino también del conocimiento sobre el ser humano, el director es una persona como todas las demás, no un monstruo de mil cabezas, se trata de un ser esencialmente vulnerable y dependiente.
Plantear el que hacer directivo desde la vulnerabilidad es hacerlo desde un sentido que busca humanizarlo más, así como dotarlo de mayor realismo. No solamente se trata de llegar a los resultados (sin los que no se concibe la acción directiva) sino también de la forma en la que queremos llegar. La pandemia que atravesamos ha subrayado este punto, ya que nos ha mostrado la necesidad de desarrollar un liderazgo más humano.
Dirigir desde la vulnerabilidad es dirigir desde el reconocimiento de nuestra fragilidad y límites, así como desde la consciencia de la fragilidad y los límites de los demás. Si esto se logra se genera un ambiente de mayor confianza que permite poner la inseguridades de lado y trabajar teniendo como base la confianza y el apoyo entre los que conforman nuestros equipos.
Una de las grandes aportaciones de la vulnerabilidad, es que nos permite aceptar el error como una parte fundamental de la experiencia rumbo al éxito. Las personas que son capaces de reconocer sus errores suelen ser los miembros más fuertes de los equipos de trabajo, ya que son ellos los que pueden salir de su zona de confort y adquirir nuevas habilidades, así como pedir consejo y apoyo cuando lo requieran, en lugar de pretender saberlo o pretenderlo todo.
Otra aportación de la vulnerabilidad al que hacer directivo se encuentra en que nos permite transformar los límites en posibilidades, el tener consciencia de nuestra fragilidad nos permite pensar de forma profunda en nuestros puntos ciegos y en nuestra necesidad de desarrollo.
Esta crisis nos es business as usual, por lo que demanda de los líderes mejores formas de dirigir, mayor cercanía, formas más humanas de presentarse a su equipo y de cuidarlo. Esta crisis no requiere generales, sino sanadores; en tiempos de Covid es evidente que el líder es tan vulnerable como el resto del equipo, partamos de esto para dirigir de forma efectiva y afectiva.